Es necesario discernir entre ideas reales e ideas populares,
los políticos maduran cuando comienzan a trabajar con ideas reales, sean estas
populares o no. Un político crece cuando deja de actuar en función de creencias
generalizadas y comienza a pensar en lo que se debe hacer.
Lo inexpertos, que son lo que se creen más expertos, son los
que se olvidan de las ideas y trabajan en principio de creencias populares. Es
muy cómodo reducir las ideas a expresiones y frases de fácil comprensión para
los demás. La gente entiende más fácilmente una lógica superficial que
simplemente suena bien y que nos hacen sentir importantes y populares. El
verdadero mundo de las ideas no funciona así, y no entenderlo puede generar
graves consecuencias para las personas y para los Estados.
Un ejemplo es el marxismo. Desde la segunda mitad del siglo
XIX muy pocas personas han leído El Capital, y menos personas aún han de haber
entendido algo, pero, aun así, el marxismo ha logrado millones de adeptos
porque algunos lo han limitado a unas cuantas frases que suenan bien. Otro
ejemplo es Maquiavelo, recordado por una frase que nunca dijo y no por su genial
y profundo conocimiento de la naturaleza humana en el ejercicio del Poder.
También en la mente de alguna gente se ha simplificado el
liberalismo y lo entienden muy cerca del nacismo, los nombran neoliberales,
palabra que no entienden de una doctrina política que no existe, pero la
izquierda marxista ha sabido vender a los liberales como enemigos del Estado y
los convierten en los amos de los despidos y privatizadores de todo, son los
dolarizadores, otra cosa que no entienden, pero creen mala, y finalmente, en
corruptos, olvidando que la corrupción no tiene ideología.
Por otra parte, se ha facilitado el entendimiento del
marxismo popular al plantear un escenario de opresores, la derecha, y
oprimidos, la izquierda; de capitalistas malvados y proletarios explotados, lo
que llevan a conflictos raciales, españoles ladrones y autóctonos esclavizados,
hombres malvados contra mujeres víctimas, minorías abusivas contra mayorías
abusadas, empresarios que solo buscan lucro contra trabajadores a los que les
roban su trabajo, etc. En fin, la izquierda ha sido magistral en plantear un
mundo lleno de villanos y víctimas por lo que la solución solo puede ser la
lucha de clases, una revolución que implementa la dictadura del proletariado,
algo que también muy pocos entienden, lo que permitirá implementar el
socialismo, que tampoco entienden, y que nos lleva al paraíso social llamado
comunismo, que tampoco entiende la mayoría de las personas.
Con estos conceptos que no comprenden, surge el
antineoliberal, lo que no sabe por qué considera malo, y se convierte en un
marxista involuntario, no por entender la ideología, sino porque aprendió a
odiar al liberal, y todo porque se escucha bonito que le pongan más impuestos a
los ricos para favorecer a los pobres, se oye bien y punto, eso es suficiente,
no importa que en la realidad se ha descubierto que más impuesto a los ricos no
beneficia a los pobres, pero esto es impopular, lo popular es que se castigue a
los ricos, y esto hace surgir a los políticos que simplemente van con la marea
de la popularidad, pero lo que no saben es que estas mareas siempre ahogan.
A la gente no le importa que la probabilidad de avance de un
país sea directamente proporcional a las ideas liberales con las que se actúa,
a más liberalismo más avance, pero esto no es popular y esto es lo único que
importa. Tampoco es popular recordar que en ningún sistema político ha habido
más opresores y oprimidos que en los socialistas, pero decir eso es polarizar y
eso, que no entienden, también creen que es malo.
Existen expertos convencidos que conocen las ideas originales
y las comprenden, los que no les dan importancia por su popularidad, estos son
los políticos capaces de discutir seriamente, pero son los que polarizan, se
convierten en impopulares. Por otra parte, están los afiliados inconscientes,
son los más peligrosos, son la mayoría y son de gran influencia. No tienen
conocimiento, solo creencias, son como aquellos que creen que los políticos son
malos y ser uno de ellos es denigrante, son superficiales y su único objetivo
es ser populares, son los que dicen que es blanco si es popular y no les
importa después decir negro si este se convierte en popular. Son los que buscan
el Poder por el Poder y se creen tan inteligentes que son capaces de manipular
los sistemas, son los doctos ingnorantes.
Podríamos decir que estos últimos, los que no piensan, tienen
una perturbación colectiva que debilita su discernimiento y los hace inclinarse
de manera irreflexiva, contradictoria y de manera infantil a un mudo de
creencias y fanatismo, un mundo sin soluciones, pero popular. Son a los que no
les importa que el mundo se hunda y que ellos mismos sufran con tal que puedan
dañar al oponente. Tienen una enfermedad mental, una forma de neurosis, y lo
peor, son enfermos que niegan su enfermedad y no quieren curarse.
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