Para nadie es secreto que el presidente Mauricio Funes es un hombre de rencores formados por múltiples situaciones. Federico Nietzsche, decía “un resentido en el poder implementará políticas de odios y buscará venganzas”.
El último de estos rencores es por el fallo de la Corte Suprema de Justicia, que impide al Órgano Ejecutivo efectuar transferencias interinstitucionales de partidas, obligándolo a negociar con la Asamblea Legislativa cada vez que quiera hacerlo.
Según el Presidente, este fallo “limita aún más las posibilidades del Gobierno para hacer frente a los problemas más inmediatos de la población. Las atribuciones del Gobierno que han sido declaradas inconstitucionales y que estuvieron en vigencia desde hace más de una década, son instrumentos con los que cuenta un Presidente para gobernar. Si esas atribuciones se utilizan de manera correcta o incorrecta, honesta o deshonesta, transparente o sigilosa o corrupta es cuestión de quién gobierna”. El presidente Funes dice que la decisión de ser corrupto o no, de ser honesto o deshonesto, transparente o no, es cuestión exclusivamente de él, y que debemos por eso tenerle confianza. Si consideramos que la esencia de los gobiernos es el Poder que en manos humanas, siempre estará expuesto a ser empleado para abusar. No es que no se crea en la moralidad del mandatario, pero existen experiencias que obligan a ser prudentes. Incluso a los amigos se les ha visto fallar. Recodemos lo que dijo Thomas Sowell, “¿Qué es la historia sino el relato de cómo los políticos han derrochado la sangre y los tesoros de la raza humana?”.
Continúa “Y entonces me pregunto, ¿Acaso hicieron lo mismo los gobiernos anteriores?, ¿Acaso los diputados oficialistas de esos gobiernos –que ahora se rasgan las vestiduras- denunciaron a sus propios gobiernos de utilizar discrecionalmente y sin transparencia esos mecanismos de transferencia? Esas opiniones no se hicieron escuchar hasta ahora, que esos mismos diputados oficialistas han pasado a ser la oposición.” En esto el Presidente está en lo correcto. La no denuncia permitió que Usted y su partido llegaran al Poder. Nunca es tarde hacer lo correcto, y si no se hizo antes, el castigo político ya ha sido impuesto y eso ha obligado a rectificar. ¿Por qué lo que estaba mal entonces está bien ahora? Lo que estaba mal entonces, también lo está ahora.
Sigue el Presidente: “Por eso, quiero decirles, a todos aquellos que están empleando la presunción de culpabilidad con mi Gobierno, en lugar de la presunción de inocencia que es lo que rige la justicia, y que así lo establece la Constitución, que este fallo busca preservar la presunción de inocencia, les digo a todos ellos que están empleando la presunción de culpabilidad, que revisen la coherencia de su mensaje, que revisen el rasero con el que miden, porque no todos los servidores públicos son iguales y se les puede medir con el mismo rasero”. Debemos recordar las palabras tan conocidas de Lord Acton “El Poder tiende a corromper. El Poder absoluto corrompe absolutamente”. Esa tendencia es ahora más fácil de ser vencida, y más por un gobernante honesto.
“Como Presidente, estoy más que dispuesto a ser auditado, revisado, escrutado y juzgado por el pueblo, pero no por aquellos que durante años se han bañado en el chorro del derroche y el abuso y ahora dicen querer cortarlo”. Palabras de gran elocuencia, pero el pueblo juzga designando a quien ejercitará su soberanía, delegando en funcionarios públicos funciones para que la sociedad se desarrolle de la mejor manera. Un Presidente y el resto de funcionarios públicos siempre y todos los días son juzgados, y severamente, por su pueblo, eso con o sin su permiso.
Al final parece que surge la cordura, “En cualquier caso, quiero dejarles muy claro esta mañana que mi Gobierno seguirá caminando a pesar de los obstáculos que deba superar. Nadie detendrá este Gobierno, ni nada detendrá este Gobierno. Nuestra labor permanente en torno de la unidad nacional, de la lucha contra la inseguridad, contra la pobreza y la exclusión continuará ejerciéndose a pesar de las dificultades que encontremos”. Bravo, ese si es un discurso, ¿O será una amenaza?, ¿seguirá caminando hacia adonde? ¿A cada día más muertos?, ¿a continuar con la destrucción de la infraestructura vial?, ¿a un mayor endeudamiento público?, ¿a una canasta básica más cara?, ¿a que sigan haciendo locuras con los impuestos? y continúa “Y esta afirmación, amigos y amigas, lo hago como Presidente Constitucional de la República, pero también como Comandante General de las Fuerzas Armadas”. Tampoco aquí hubo cordura, lo que hubo es una amenaza. Entendamos claramente lo que dijo el Presidente Funes: Voy a hacer lo que yo quiero les guste o no y no podrán detenerme, de lo contrario soy capaz incluso de un autogolpe de Estado y acabarlos a todos sin importar las consecuencias. Involucro para ellos incluso a la Fuerza Armada. Triste y peligroso, muy peligroso. Con todo respeto digo esto como persona, pero también como ciudadano de la República de El Salvador.
Así pues, he aquí un berrinche más, de quien ya todo mundo sabe tiene la mecha corta, pero que además aparece en público permanentemente enfurruñado y, lo peor, que actúa en contra de aquellos que provocan sus múltiples y constantes enojos.
Frente a todo esto, se puede afirmar que por los lúgubres estados anímicos del ocupante de la Casa Presidencial, sus planes de gobierno acabarán como comenzaron: llenos de errores.
¿Usted qué opina?
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