Opinión publicada en diariolatino.net
En enero de 2005, durante el primer año de la administración Saca, el analista político Juan Carlos Hidalgo, Analista de Políticas Públicas para América Latina del Cato Institute, publicó lo siguiente: “La implementación de políticas públicas basadas en la libertad económica perfila a El Salvador como un ejemplo de desarrollo económico en Centroamérica. A pesar de su turbulento pasado, de una cruenta guerra civil y de recientes desastres naturales, esta pequeña nación ha dado pasos importantes en la lucha contra la pobreza sobre los cuales otros países de la región pueden derivar lecciones importantes”.
El Salvador caminaba hacia el futuro. Agregaba Hidalgo, “A partir de la década de los noventa El Salvador adoptó un modelo de desarrollo caracterizado por la privatización de empresas estatales, desregulación, liberalización comercial y financiera, reforma al sistema de pensiones y la adopción del dólar como moneda oficial. No es casualidad que en el Informe Anual sobre Libertad Económica en el Mundo que publica el Fraser Institute, El Salvador haya saltado de la posición 84 en 1990 a la 27 en el 2002.
Los resultados de dichas políticas liberales llevadas a cabo en las últimas administraciones están a la vista de todos: En tan solo 11 años la pobreza en El Salvador cayó de un 63% al 38%. En ese mismo periodo, la tasa de mortalidad infantil se redujo en un 40%, y el analfabetismo bajó del 23% al 14%”.
En aquella época éramos un ejemplo, finaliza Hidalgo su análisis afirmando que “Aún queda mucho trecho por recorrer antes de que El Salvador pueda ser catalogado una nación desarrollada, sin embargo, lo hecho hasta ahora merece ser imitado por los otros países centroamericanos. El Salvador le está mostrando al resto de la región que el camino hacia el desarrollo se basa en la libertad económica y el aprovechamiento de las oportunidades que brinda la globalización a los países dispuestos a asumir el reto”.
Han pasado nueve años, nueve cortos años, pero esto ha significado para los salvadoreños haber vivido tres administraciones presidenciales, cuatro años de Antonio Saca, cinco de Mauricio Funes y cuatro meses de la de Salvador Sánchez Cerén.
Juan Carlos Hidalgo ya no podría escribir de lo mismo. Los últimos años de Saca, a pesar de haber sido electo por la derecha liberal, significaron la llegada del populismo a El Salvador y se abrió la puerta para la llegada al poder de la guerrilla que combatió el Estado de El Salvador para instaurar una dictadura del proletariado y alinear a El Salvador con la extinta Unión Soviética y con Cuba en el marco de la Guerra Fría.
Para la derecha salvadoreña los acuerdos de paz de 1992 fueron una apertura para el desarrollo, para la izquierda, estos acuerdos no hicieron más que diferir la revolución. Esperaron su oportunidad, geopolíticamente el mundo cambió, aprendieron a utilizar las debilidades de la democracia y a la economía capitalista, dictaminaron el fracaso de las políticas de los gobiernos anteriores poniéndoles el nombre de “neoliberalismo” y finalmente, lo exguerrilleros ahora gobiernan. La revolución ya no está diferida, ahora está en camino.
¿Cuál es el resultado de todo esto? la pobreza en El Salvador subió del 38% al 45.3°. En ese mismo periodo, la tasa de mortalidad infantil se redujo en un ritmo del 0.2% y el analfabetismo bajó su ritmo de disminución del 14% al 12.5%. A eso hay que agregar que hasta el año 2009 las epidemias pasaron de ser episódicas a permanentes.
Ahora, cuando buscamos qué se escribe de El Salvador encontramos que se trata del país con menor crecimiento económico de Centro América, que está generando más desigualdad y exclusión que cualquier otro.
La “nuevas” políticas que la izquierda desarrolla en El Salvador lo ha hecho caer en la mayoría de las encuestas internacionales, y a no ser por el “Imperio”, el apoyo que los Estados Unidos da con el segundo compacto de los Fondos del Milenio, la inversión extranjera será insignificante.
Hemos dejado de ser los “Tigres” de Centroamérica, la administración Saca nos llevó a “tigritos” y ahora, con dos gobiernos de la guerrilla del fmln a cuestas, no somos ni “gatitos”. ¿Cuáles políticas nos llevaban hacia el progreso? ¿Qué políticas son las fracasadas? En el año 2005 me sentía orgulloso de leer lo que se escribía de El Salvador, ahora, siempre leo, pero ya no me siento orgulloso.
*El autor de este artículo es Médico Cirujano, Diplomado en Seguridad y Desarrollo y en Defensa Nacional.
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