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Controlando a la prensa.

Hablan dos amigos en Casa Presidencial, uno le dice a otro: “Permíteme decirte, ente todo, en qué condiciones esenciales puede hoy el Presidente consolidar su poder. Deberá en primer término dedicarse a destruir los partidos, a disolver, donde quiera existan, las fuerzas colectivas, a paralizar en todas sus manifestaciones la iniciativa individual… todas mis leyes tenderían constantemente al mismo fin: aniquilar las fuerzas colectivas e individuales, desarrollar en forma desmesurada la prepotencia del Estado, convertir al presidente en protector, promotor y remunerador”.
“¿Cómo vas a lograr esto?”, “pues bien, vislumbro la posibilidad de neutralizar a la prensa por medio de la prensa misma. Puesto que el periodismo es una fuerza tan poderosa, ¿sabes lo que hará mi gobierno?, se hará periodista, será la encarnación del periodismo. Contaré con el número de periódicos o periodistas que representen los que llaman la oposición. Si hay diez por la oposición, tendré veinte a mi favor; si veinte, cuarenta; si cuarenta, ochenta”.
“Pero es indispensable evitar que la masa del público sospeche esta táctica, por lo tanto dividiré los periódicos leales a mi poder en tres o cuatro categorías. Como el dios indú, mi prensa tendrá cien brazos y dichos brazos se darán la mano con todos los matices de la opinión, cualquiera que sea ella, sobre la superficie entera del país. Se pertenecerá a mi partido sin saberlo. Quienes crean hablas sus palabras hablarán las mías, quien crea agitar su propio partido, agitará al mío, quienes creyeran marchar bajo su propia bandera, estarán marchando bajo la mía. Simplemente hay que saber orientar a la prensa, enseñarle el arte que consiste en hablar de la cuestiones sin mencionarlas, en pasar sobre los puntos delicados, en no tocar jamás las partes sensibles de un tema, en huir de lo que salta a la vista. Es lo que podemos llamar el arte de medrar con la pluma en mano”.
A pesar que lo anterior da la impresión de ser algo muy actual, y que bien se podría desarrollar en Casa Presidencial de El Salvador, en una conversación entre un ex presidente y el actual presidente, realmente fue descrito en 1864, por un francés, Maurice Jolly, en su obra Diálogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. Este libro parece más una receta para alcanzar el autoritarismo, lo que se conoce como el bonapartismo, y se supone que describe las acciones de Napoleón III.
Pero la receta y las acciones parece que siempre son las mismas, en todos los países y todas las épocas, lo único que cambia son los autores. En El Salvador ahora los hace Mauricio Funes, que conoce muy bien lo que es la prensa y cómo utilizarla. Muchas de estas acciones fueron utilizadas también por gobiernos anteriores como centralizar la publicidad en los medios de comunicación, lo que hace vulnerable a la prensa, pues para sobrevivir, y se sobrevive con dinero, quizá sin querer o sin saber, se pliegan a la voluntad del gobernante de turno, unos apoyándolo francamente, otros, no entrando en el meollo de los problemas o desviando el interés público en temas que no dañan al gobernante y finalmente, los más importantes, criticando al gobernante pero sin hacerle verdadero daño, lo que también conviene debido a que son prueba que en su gobierno hay libertad de expresión, de prensa.
La prensa es la herramienta más importante para crear opinión pública, para que los pueblos entiendan lo que ocurre, pero también es la herramienta más importante para crear cortinas de humo, para cegar a los pueblos y permitir que los gobiernos continúen haciendo lo que mejor hacen, buscar consolidar el Poder y disminuir el del Estado mismo.
Ahora es más fácil entender porque el presidente Funes le echa más leña al fuego con el conflicto de los Órganos del Estado, pero no permite que se hable de su falta de plan de gobierno o de los malos resultados en todos los ámbitos del gobierno. Estimula que se hable del problema de la seguridad ciudadana, porque le permite atacar la esencia del capitalismo y estimular la lucha de clases, pero no permite que se hable de la falta de inversión. Ahora es posible entender el porqué de su empresa de publicidad y porqué habla de orientar a la prensa. Ahora es posible entender lo que ocurre con nuestra prensa.

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