Los resultados de una o varias encuestas pueden ser reales, pero aun así pueden no reflejar la realidad. Alguien dirá que son contradicciones, pero en la realidad parece que es maña, puede engañarse con las encuestas.
Este 21 de agosto se publicaron dos encuestas, en una, el candidato de ARENA, Norman Quijano, está en primer lugar, en segundo el candidato del FMLN, Salvador Sánchez Cerén y en tercero, el candidato del Movimiento de Unidad, el expresidente Elías Antonio Saca.
En la otra encuesta, en primer lugar es para el candidato del FMLN, Salvador Sánchez Cerén, en segundo lugar el candidato del Movimiento de Unidad, el expresidente Elías Antonio Saca, y en tercer lugar el candidato de ARENA, Norman Quijano. Dos encuestas con resultados totalmente diferentes.
¿Cuál encuesta es la buena? ¿Cuál es la mala? ¿A cuál creerle? ¿Cuál engaña?, los resultados son tan diferentes que no sabemos, pero debemos recordar que estadísticamente, el mismo universo puede generar resultados alejados, aun tratándose de el mismo tema y aun completando los mismos cuestionarios, y en este caso hasta los cuestionarios son diferentes. Esta es una manera de torcer resultados, pero aún hay más.
Si una mujer encuestadora vestida a la moda pregunta por quién se votará, o si la misma pregunta la plantea otra con apariencia modesta, el resultado es que la misma persona tenderá a dar respuestas diferentes a una y a otra, sobre todo si se tiene algún grado de inseguridad.
Otro caso: si existe una inclinación por un candidato en particular y los encuestadores son un grupo con aspecto de “escoltas personales”, con traje, corbata y lentes impenetrables, por puro instinto de conservación la respuesta será lo que se cree que quieren escuchar: que se votará por el candidato institucional. Lo mismo en el caso contrario. Lo mismo ocurre con algunos colores utilizados por los encuestadores en particular.
Otra forma de manipular encuestas es cómo se hacen las preguntas. Es muy diferente preguntar “¿Por quién votaría si la elección fuera hoy?”, haciendo antes de ésta otras preguntas como “¿Qué piensa del Candidato de este u otro partido”, o “¿Quién le parece que tiene más visión juvenil para conducirse en la Presidencia?” "Cree que es urgente un cambio?", “¿Está de acuerdo en que ya es hora de que tengamos un mandatario con experiencia en la Presidencia”?, y así… Para cuando se formule la pregunta sobre su intención de voto, este contexto previo ya habrá influido en la percepción de la persona entrevistada y, por ende, alterará su respuesta.
Pero también existe la forma correcta de levantar una encuesta y parte de una teoría que explica la reconocida medidora de preferencias, la alemana Elisabeth Noelle Neumann en “La espiral del silencio” (1977): por ser entes sociales interdependientes, las personas vivimos atentas a las reacciones de quienes nos rodean; de ello depende que logremos aceptación o que la otorguemos, factor del que depende nuestra vida social en mayor o menor grado. Esta necesidad nos convierte en observadores permanentes y muy agudos, en analistas expertos de nuestro entorno.
Con esa base, si a un ciudadano se le pregunta “¿Por quién vas a votar?”, inevitablemente responderá influenciado por la necesidad de ser aceptado; esta influencia hará que en algunos casos conteste con la verdad, pero que en otros elija evitar el rechazo de quien le encuesta.
Sin embargo, si se le advierte que obviamente es imposible que sepa la respuesta con certeza pero se le pide que aun así responda a la pregunta “¿Por quién crees que va a votar la mayoría?”, se estará capitalizando la capacidad de observación del entrevistado y él o ella, sin riesgo personal, podrán responder con la verdad, aunque ésta sea diferente a su preferencia electoral. De esta manera, en vez de obtener un conteo de electores, tendremos un conteo de observadores certeros y el resultado de la encuesta será por mucho el más confiable.
Es impensable que los asesores políticos de los partidos políticos en pugna no estén conscientes de esto. Entonces, ¿por qué siguen haciendo preguntas que sólo miden errores y no la pregunta que les llevaría a los resultados reales? ¡Ah, es por eso…! Dios nos guarde de las encuestas.
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